martes, 9 de julio de 2013

La Biblia: un libro inmutable.

La Biblia es un compendio de libros escritos en tiempos diferentes y por personas distintas. Se suele dividir en dos partes: Antiguo y Nuevo testamento. Hay varias "Biblias" una es la de los Católicos; otra la de los Ortodoxos, otra las que aceptan las distintas iglesias cristianas que no se enmarcan en ninguna de las anteriores tradiciones. También se habla de la Biblia hebrea, que no es más que el Tanaj y excluye los libros del Nuevo Testamento y otros tantos libros del Antiguo. Todas las Biblias coinciden en algunos libros y divergen en otros. Algunas iglesias dan peso y autoridad a libros que otras rechazan o no aceptan de la misma manera. Trataremos aquí de la Biblia Católica. Algunos libros del Antiguo Testamento, según nuevas investigaciones (por ejemplo, las hechas por Israel Finkelstein), fueron mandados a escribir por Josías, rey de Judá. Unos textos corresponden a hechos históricos, otros recogen anécdotas e historias propias de la región (Egipto, Mesopotamia y Levante) y otros invenciones o modificaciones indicadas por Josías con el propósito de unificar ideológicamente a los judíos de ese entonces. La otra parte de los libros del Antiguo Testamento fue escrita durante el cautiverio israelita en Babilonia y en tiempos de la restauración cuando los judíos eran vasallos de los persas. Luego llegaron los griegos y comenzó la época helenística. Se dice que Ptolomeo II, gobernante de Egipto, mandó a traducir del hebreo al griego, en el siglo III a.c., los libros del Antiguo Testamento. No se tradujeron todos los libros de una vez; comenzaron con el Pentateuco y en el transcurso de los siglos II y I a.c. se tradujeron los demás. Por ese entonces circulaban también un sinnúmero de versiones en arameo y hebreo antiguo de los libros del Antiguo Testamento. Éstas sirvieron de base a la versión masorética, una traducción al hebreo moderno que empezó a elaborarse a partir del siglo IV d.c. y que será usada después como base de la traducción de las Biblias protestantes. En el siglo II d.c. los judíos establecen el Tanaj con base en la Septuaginta, pero excluyen libros de ésta que sí son aceptados por la iglesia católica, los llamados textos deuterocanónicos. Por esta época también aparecen los primeros evangelios, se hacen traducciones al Latin de la Septuaginta en la llamada Vetus Latina la cuál carecía de unidad y fidelidad debido a que los libros no fueron traducidos por una misma persona. En el siglo IV circulan decenas de libros sobre la vida de Jesús y los apóstoles, dando lugar a un sinnúmero de doctrinas cristianas. Esta situación preocupa a la naciente iglesia católica. En el sínodo de Laodicea se plantea la necesidad de seleccionar los libros que concuerdan con la doctrina y armar un solo paquete. Dámaso I reitera esa necesidad y en el Concilio de Hipona se deciden los libros que complementarán a los del Antiguo Testamento. Una vez decidido el paquete, se le encarga una traducción en Latin a Jerónimo de Estridón, la famosa Vulgata. Así aparece la Biblia. Con el tiempo la Vulgata se pervierte, con cada nuevo manuscrito se añade algo, se pierde algo. Diversos intentos de restauración se dan a lo largo de la Edad Media. En la modernidad, los protestantes impugnan algunos libros. Todos los libros son ratificados en el Concilio de Trento, en el siglo XVI, por la iglesia Católica. A partir de ahí la Biblia empieza a traducirse a distintos idiomas, los protestantes hacen las modificaciones que bien les parece. Y así llegamos a las Biblias de hoy en día.