lunes, 11 de abril de 2011

Los estados existenciales y los existencialistas


Es frecuente escuchar de los estados existenciales en círculos académicos y medianamente educados. Suele incluso pensarse que en ciertas etapas de la vida somos más proclives a caer en alguno de ellos. Se trata de estados en los que nos preguntamos si la vida vale la pena, qué camino debemos seguir o quiénes somos en realidad. A continuación se exponen los pensamientos y emociones que tienen los que se encuentran en esos estados, junto con las creencias que probablemente los refuerzan y causan. Identifique el estado, si es que ha caído en alguno.

a. “Tengo miedo de fracasar, de que se burlen (así tenga todo para triunfar).” Se trata de un caso de miedo al ridículo o temor al fracaso. El individuo así afectado cree que debe tomar una decisión y, sin embargo, no lo hace debido al miedo que tiene de hacer el ridículo o de fracasar. Surgen entonces sentimientos de desesperación y angustia al saber que se tiene que decidir y no ser capaz de tomar la decisión.

Emoción: desesperación, angustia, tristeza
 
Causa de la emoción: la creencia de que se tiene que tomar una decisión con urgencia y el hecho de no poder tomar esa decisión (debido al miedo al fracaso).

Creencias Acompañantes: tengo que decidir ya, esta decisión es muy importante, creo que no me va a ir bien, voy a fracasar, etc.

b. “Si nos vamos a morir ¿para qué vivimos? Es mejor no haber nacido.” Se trata de un caso de frustración al descubrir que no somos eternos. El darse cuenta de la propia finitud, el concebir la vida como un esfuerzo perdido, genera en este individuo una inmensa sensación de tristeza. En su opinión todos los esfuerzos deben ser conservados para que tengan sentido, de lo contrario son una pérdida de tiempo. El problema puede darse tanto al pensar en la propia vida, como en la conservación de la especie humana.

Emoción: tristeza, depresión, angustia.

Causa de la emoción: la conciencia de la muerte o del fin.

Creencias Acompañantes: lo que se construye no se debe destruir, los frutos del esfuerzo deben mantenerse, si lo que construyo va a ser destruido no tiene sentido construirlo.

c. “No quiero vivir, sufro mucho (por la muerte de un ser querido, por una pérdida irreparable, por una decepción)” La persona así afectada tiene un sufrimiento tan intenso y tan profundo que quisiera no vivir. De ahí que piense que la vida no vale la pena, que no tiene sentido, que no hay nada bueno en ella. Dichos pensamientos van acompañados de sensaciones de amargura, tristeza, rabia, de creencias pesimistas, como la de que lo sucedido es irremediable, irreparable, que ya nada se podrá hacer. Lo que causa semejantes ideas suele ser la pérdida de un ser querido o de un bien o condición muy preciados.
 
Emoción: dolor intenso, tristeza, depresión, amargura

Causa de la emoción: la pérdida irreparable de algo muy significativo

Creencias Acompañantes: no hay nada que pueda hacerse para recuperar tal y cual cosa, no hay nada que pueda hacer para alcanzar lo que deseo

d. “No quiero vivir, todo me aburre, estoy hastiado.” Se trata de personas que fácilmente pierden el interés por las cosas o que, habiendo logrado lo que deseaban, fácilmente se desencantan. Algunas tienen, tal vez, demasiado de lo que deseaban, por lo cual sienten aversión. Pero también están las que no se emocionan con nada, pues nada despierta en ellas un interés poderoso o una emoción intensa. No pueden decir siquiera qué desean o qué les interesa porque no desean nada, no les interesa nada; sin embargo, se preocupan por ello. No sienten tristeza o depresión por lo anterior, sólo sienten hastío. Por eso deben ubicarse en una categoría especial.

Emoción: hastío, aversión, desinterés

Causa de la emoción: tener demasiado de algo que antes se deseaba, genética, etc.

Creencias Acompañantes:
no deseo nada, no quiero nada, nada representa una novedad para mí, nada me sorprende, todo me causa sensación de hastío.

e. “No he hecho nada con mi vida, la he desperdiciado, ya no hay tiempo, no hay nada que hacer." Es el caso de quien no está satisfecho con lo que ha sido y siente, además, la impotencia de no poder hacer nada. La crisis de los 30, de los 40 y de los 50 tiene que ver con ese estado. Personas que hacen un alto en el camino, reflexionan y se dan cuenta que no han hecho con su vida lo que querían. Pero, además, se dan cuenta que no tienen tiempo para remediarlo. Esto genera emociones de amargura, pesadumbre, desesperanza.

Emoción: amargura, tristeza, desesperanza

Causa de la emoción:
darse cuenta de que lo que son no es lo que desean ser y la creencia de que ya nada puede hacerse para remediar ese asunto

Creencias acompañantes: he desperdiciado mi vida, no fui lo que quería ser, ya no hay nada que pueda hacerse, pero quisiera que algo pudiera hacerse.

f. “No tengo lo que quiero, jamás podré alcanzarlo." Quien así piensa no cree que pueda lograr o hacer o tener lo que lo hace feliz o lo satisface y por eso se siente muy mal. Las personas que se encuentran en ese estado pueden ser clasificadas, además, en las que han luchado durante un buen tiempo y no han podido, las que luchan y al poco tiempo renuncian, y las que ni siquiera lo intentan. Generalmente se piensa que hay un obstáculo, algo insuperable, que impide el logro de dichos objetivos. Por supuesto, los casos hasta ahora mencionados podrían reducirse a éste. Sin embargo, quisiera abarcar con el caso aquí mencionado todos aquellos casos que no estén incluidos en los apartados anteriores o posteriores.

Emoción: rabia, tristeza, amargura

Causa de la emoción: el deseo de alcanzar algo, la creencia de que jamás se logrará

Creencias acompañantes:
no es posible lograr eso, haga lo que haga no lo alcanzaré, no hay forma de que lo logre.

g. “Tengo todo lo que quiero, pero sigo siendo infeliz." Esta persona cree que se va a sentir satisfecha de tal o cual forma y cuando se convierte en eso o logra aquello u obtiene esto, se da cuenta que no le procura el nivel de satisfacción que esperaba. Quien se encuentra en ese estado piensa que cierta circunstancia es tal cual sus deseos, pero descubre, una vez la alcanza, que no es así. Se incluye en este grupo también a los que esperaban una satisfacción intensa al alcanzar algo, pero no la obtuvieron; la diferencia estriba en que lo deseado cumple con todos los requisitos, pero no genera el nivel de satisfacción esperado.

Emoción: insatisfacción, vacío.

Causa de la emoción: el descubrimiento de que lo que creíamos que se ajustaba a nuestros deseos, en realidad no lo hacía. O bien, el hecho de que, aunque se ajuste a nuestros deseos, no genera en nosotros la sensación de satisfacción intensa que se esperaba.

Creencias acompañantes: Esto no era lo que creía, en realidad no era lo que deseaba, esperaba que me llenara más, pero no fue así, etc.

Caso especial: personas que ante todo desean la diversión, la novedad, las emociones fuertes, las motivaciones poderosas, también pueden padecer de estados existenciales. Podemos dividirlas en varias: las que desean la intensidad, lo obtuvieron alguna vez, pero hace mucho tiempo no la obtienen y las que la obtienen al principio con algo que les parece novedoso, pero, al poco tiempo, lo pierden. En resumen: desean emociones fuertes, pero la mayoría del tiempo no tienen esas emociones. Por eso viven frustrados, deprimidos, con sensación de vacío.

Entre los existencialistas podemos distinguir los insatisfechos, los hastiados y los desmotivados. El insatisfecho siente un vacío; el hastiado siente repulsión, el desmotivado no siente vacío, ni repulsión, simplemente no siente interés, no tiene un deseo profundo por algo o por alguien. La palabra satisfacción puede resultar confusa porque a veces se refiere al sentimiento o la sensación y a veces al hecho de que algo cumpla o no con ciertas características. Es una ambigüedad que debe tenerse presente a la hora de interpretar los estados existenciales.